7. Reconozca sus valores y virtudes
A medida que Alejandra se fue recuperando comenzó a surgir en ella una llamativa faceta de su personalidad. Mostró un ingenio muy agudo para resaltar con humor algunas particularidades de sí misma y de sus compañeros. Ella fue quien dijo con picardía, en una sesión de terapia grupal, donde hablamos de la esperanza como una «luz en el fondo del túnel»: «Tenga cuidado doctor, no vaya a ser la luz del tren».En otra ocasión dijo con mucho humor, «Ahora que estoy llegando a los cuarenta, espero que Ornar no me cambie por dos de veinte».
Otra virtud que estaba enterrada por la depresión fue el amor y la ternura hacia sus hijos. Frecuentemente hablaba de ellos y los llamaba por teléfono diciendo: «¿Cómo estás, amor? ¡Mamá te quiere mucho! Ya prontito voy a estar contigo, cariño», y otras expresiones por el estilo. Hasta ella misma se sorprendía de haber estado tan apática e insensible.
“Reconocer las propias capacidades y valía personal es parte del camino hacia el bienestar”
8. Aprenda a disfrutar y obtener satisfacción con lo que hace
Una de las cosas lindas de la vida es ser capaz de disfrutarla..Cuando Alejandra llegó a nuestro hospital, no apreció nada de los paisajes tan bonitos que se encontraban a lo largo del camino mientras viajaba. Tampoco encontró nada agradable durante los dos primeros días de internada, donde añoraba el aire viciado de su dormitorio hogareño.
Después, fue como despertando a los colores de las flores, la frescura de la sombra de los árboles y el panorama espectacular de las sierras que se ven a lo lejos.
Ciertamente, la depresión es la enfermedad de la incapacidad de disfrutar.
Ya lo decía Benjamín Franklin: «No es rico el que tiene mucho, sino el que disfruta de lo que tiene».
¡Cuántas cosas bonitas tenemos a nuestro alrededor, que muchas veces no las vemos! Aprender a reconocerlas, es un salto trascendente en el descubrimiento de la alegría de vivir.
9. Promueva la esperanza
Alejandra tenía la idea que su depresión era hereditaria, y terminaría igual que su madre. Esa creencia pesimista sobre el origen y el destino que temía, era resultado de su misma depresión. Reconoció que nunca antes se le había ocurrido esa idea. Fue necesario luchar contra la desesperanza. ¿Cómo se combate el pesimismo? En el caso de Alejandra, le explicamos que su depresión tuvo un factor desencadenante, la muerte de su madre. Hasta ese momento gozaba de buena salud. Fue consecuencia de un duelo no resuelto.
Le costó imaginarse un futuro dichoso, pero logró hacer algunos planes para sí misma y para sus hijos. Poco a poco comenzó a encontrar (os signos positivos de la vida, e incluso rescatar lecciones de la crisis, que empezó a considerarla como una «prueba» que debía atravesar. Hizo realidad aquella cita de Bern Williams, que dice: «Nunca una noche ha vencido al amanecer, y nunca un problema ha vencido a la esperanza».
Es cierto que hay depresiones donde el componente hereditario está presente, pero no en todos los casos. Lo que sí es común en todos los casos es la batalla contra la desesperanza.
Para superar la falta de esperanza es necesario desarrollar la confianza en las propias fuerzas, estimular los recursos personales, movilizar las fortalezas anímicas y espirituales.
10. Dele un sentido a su vida
Entre los planes que hizo Alejandra para su futuro, fue volver a la iglesia que hacía bastante tiempo se había alejado. Había quedado enojada con Dios por la muerte de su madre. El capellán le dio algunas explicaciones bíblicas sobre el origen del mal y el estado de los muertos que la tranquilizaron y reconciliaron con Dios. Además, decidió involucrarse en ciertas actividades de trabajo comunitario.«Ahora que los chicos crecieron, quiero aprovechar de salir más y retomar las clases de inglés y participar en una asociación que tenemos en el vecindario». Muchas investigaciones han encontrado que la ausencia de metas, planes, de un orden religioso superior o proyecto que dé sentido a la vida, es nefasto.
Tener un <<para qué>> o construir un sentido de propósito, contribuye a enriquecer la vida y hacerla más placentera.
Bibliografía: Decida Ser Feliz, Dr. Mario Pereira, 2008