Pero, un tanto apartado del resto, había un instrumento de
forma inofensiva, muy gastado, como si hubiese sido usado muchísimas veces y cuyo precio, sin embargo, era el más alto de todos. Alguien preguntó al diablo cuál era el nombre de la herramienta.
forma inofensiva, muy gastado, como si hubiese sido usado muchísimas veces y cuyo precio, sin embargo, era el más alto de todos. Alguien preguntó al diablo cuál era el nombre de la herramienta.
—Desaliento —fue la respuesta.
—¿Por qué su precio es tan alto? —le preguntaron.
—Porque ese instrumento —respondió el diablo— me resulta más útil que cualquier otro; puedo entrar en la conciencia de un ser humano cuando todos los demás me fallan, y una vez dentro, por medio del desaliento puedo hacer de esa persona lo que se me antoja. Está muy gastado porque lo, uso casi con todo el mundo, y como muy pocas personas saben que me pertenece, puedo abusar de él. Pero el precio del desaliento era tan, pero tan alto, que aún sigue siendo propiedad del diablo.
El desaliento es uno de los estados de ánimo contra el cual es indispensable luchar. Nos desalentamos con la situación económica, con nuestro trabajo, con nuestra familia, con la necesidad de cambio, con ¡os grupos, con el engaño, con la mentira, con el desamor. Debemos mantenernos alertas contra el desaliento. Si hay un tropezón o una caída, no hay que entregarse. Después de cada día, se empieza otra vez desde un punto más alto.