Cierta vez se corrió la voz que el diablo se retiraba de los negocios y vendía sus herramientas al mejor postor. En la noche de la venta, estaban todas las herramientas dispuestas de forma que llamaran la atención, y por cierto eran un lote siniestro: odio, celos, envidia, malicia, engaño, además de todos los implementos del mal.
Pero, un tanto apartado del resto, había un instrumento de