Nadie está libre de problemas. La tensión es la parte de la vida. A veces la tragedia golpea fuertemente. ¿Cómo superar las crisis? ¿De qué manera enfrentar la fatalidad? Desarrollando la capacidad reparadora, privilegiando la esperanza, buscando la fortaleza interior y la ayuda de Dios. Escapando de la debilidad y la autocompasión, que es metáfora madre de toda enfermedad. Los problemas no son meros obstáculos sino desafios a enfrentar y superar. Las desgracias pueden ser las oportunidades
para
crecer. ¡Cuántos dieron a luz una nueva fortaleza, nacida del sufrimiento y la necesidad! Por eso es básico volver fuerte al débil. No escarbar en la desdicha sino en las fuerzas soterradas del espíritu. Buscar la resilencia protectora, la creatividad para descubrir otras alternativas y conservar competencia aun en circunstancias angustiantes.
crecer. ¡Cuántos dieron a luz una nueva fortaleza, nacida del sufrimiento y la necesidad! Por eso es básico volver fuerte al débil. No escarbar en la desdicha sino en las fuerzas soterradas del espíritu. Buscar la resilencia protectora, la creatividad para descubrir otras alternativas y conservar competencia aun en circunstancias angustiantes.
- No se deje ganar por el miedo o la desesperación. Controle sus emociones.
- Evite la autocompasión, el sentimiento de desvalido y el desánimo.
- No pierda el buen humor y la alegría. No permita que el infortunio amargue su carácter.
- Confíe en usted mismo, en sus capacidades y en la eficacia de sus recursos.
- Busque las vías posibles o nuevas alternativas de solución o superación del problema.
- Piense que la dificultad puede ser una oportunidad para fortalecer y elevar el carácter.
- Aprenda de las experiencias pasadas y de los demás, para saber qué es lo mejor.
- Procure el afecto, el apoyo y la solidaridad de su familia o amigos.
- Privilegie la esperanza. Siempre hay alguna puerta que puede abrirse.
- Ejercite la fe. Confíe en Dios.
- Pereyra M. (2008), Decida ser feliz.